[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.El extremo de la cola estaba rematado por unas protuberancias parecidas a uñas, como una maza medieval, y su cuerpo robusto emitió un potente gruñido, tan alto y fuerte que sintió que le vibraban los huesos.—¡Retenla aquí! ¡Rájale el cuello si intenta escaparse! —Lilith le daba instrucciones a gritos mientras el segundo cerbero se abalanzaba sobre Jace, que empezó a luchar contra él, rodando por el suelo en un remolino de dientes, brazos y piernas y aquella maligna cola de látigo.Con gran esfuerzo, Clary giró la cabeza y vio a Lilith acercándose al ataúd de cristal y a Simon, tendido en el suelo a su lado.Sebastian seguía flotando dentro del ataúd, inmóvil como un ahogado; el color lechoso del agua se había oscurecido, seguramente como consecuencia de la sangre.El perro que la retenía en el suelo gruñó junto a su oído.El sonido le produjo una sacudida de terror.y además de terror, de rabia.Rabia hacia Lilith, y rabia hacia sí misma.Era una cazadora de sombras.Una cosa era que un demonio rapiñador pudiera con ella cuando ni siquiera había oído hablar sobre los nefilim.Pero ahora estaba entrenada.Tendría que ser capaz de hacerlo mejor.«Cualquier cosa puede convertirse en una arma», le había dicho Jace en el parque.El peso del cerbero resultaba aplastante; Clary emitió un grito sofocado y se llevó la mano a la garganta, luchando por coger aire.El perro seguía ladrando y gruñendo, enseñando los dientes.Clary cogió entre sus dedos la cadena con el anillo de los Morgenstern que llevaba colgada al cuello.Tiró de ella con fuerza y la cadena se partió; la agitó contra la cara del perro, clavándosela en los ojos.El cerbero se echó hacia atrás, aullando de dolor, y Clary rodó hacia un lado y consiguió arrodillarse en el suelo.Con los ojos ensangrentados, el perro se agazapó, dispuesto a saltar.Sin quererlo, Clary había soltado la cadena y el anillo salió rodando; trató de alcanzar la cadena en el mismo instante en que el perro volvía a saltar.Una hoja reluciente brilló en la noche, descendiendo a escasos centímetros de la cara de Clary, separando la cabeza del perro de su cuerpo.Exhaló un único aullido y desapareció, dejando una marca negra y chamuscada en la piedra y un tufo a demonio en el ambiente.Unas manos descendieron, levantando con delicadeza a Clary.Era Jace.Se había guardado en el cinto el ardiente cuchillo serafín y la sujetaba con ambas manos, mirándola con una curiosa expresión.No habría sabido describirla, ni siquiera dibujarla: esperanza, conmoción, amor, deseo y rabia, todo mezclado.Tenía la camisa rasgada por varios puntos, manchada de sangre; la chaqueta había desaparecido, su pelo rubio estaba enmarañado con sangre y sudor.Se quedaron mirándose por un instante, mientras él la cogía con fuerza de las manos.Y entonces, los dos dijeron a la vez:—¿Estás.? —empezó ella.—Clary.—Sin soltarla, la apartó de él, la alejó del círculo y la condujo hacia el camino que llevaba a los ascensores—.Vete —dijo con voz ronca—.Vete de aquí, Clary.—Jace.Él respiró hondo.—Por favor —dijo, y la soltó, extrayendo de nuevo el cuchillo serafín de su cinturón mientras se adentraba de nuevo en el círculo.—Levántate —rugió Lilith—.Levántate.Una mano sacudió a Simon por los hombros, enviando a su cabeza una oleada de agónico dolor.Había estado flotando en la oscuridad; abrió los ojos y vio el cielo nocturno, las estrellas, y la blanca cara de Lilith cerniéndose sobre él.Sus ojos habían desaparecido para ser reemplazados por serpientes negras.El susto fue tal, que Simon se levantó de un brinco.En cuanto se puso en pie, vomitó y estuvo a punto de caer otra vez de rodillas.Cerró los ojos para combatir la sensación de náusea y oyó a Lilith vociferar su nombre.Acto seguido, la mano de ella se posó en su brazo, guiándolo hacia adelante.Le dejó hacer.Tenía en la boca el sabor amargo y nauseabundo de la sangre de Sebastian; se extendía, además, por sus venas, y se sentía enfermo, débil y destemplado.Era como si la cabeza le pesase mil kilos y la sensación de vértigo avanzaba y retrocedía en oleadas.De repente, la fría sujeción de Lilith en su brazo desapareció.Simon abrió los ojos y se encontró de pie junto al ataúd de cristal, como antes [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • ciaglawalka.htw.pl