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.Se echaron la ceniza en la cabeza, el carbón en la cara y el kohl en el ojo derecho, y empezaron a la-Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.commentarse y a llorar, mientras decían: ¡Sufrimos lo que merecemos por nuestras culpas y nuestra deso-bediencia! Y aquella lamentación prosiguió hasta cerca del amanecer.Entonces se lavaron en nuevas pa-langanas que les llevó el viejo, se pusieron otros trajes, y quedaron como antes de la extraña ceremonia.Por más que aquello, ¡oh señora mía! me, asombrase con el más considerable asombro, no me atreví apreguntar nada, pues así me lo habían ordenado.Y a la noche siguiente hicieron lo mismo que la primera,y lo mismo a la tercera y a la cuarta.Entonces ya no pude callar más, y exclamé: ¡Oh mis señores! Os rue-go que me digáis por qué sois todos tuertos y a qué obedece el que os echéis por la cabeza ceniza, carbón ykohl, pues, ¡por Alah! prefiero la muerte a la incertidumbre en que me habéis sumido. Entonces ellos re-plicaron: ¿Sabes que lo que pides es tu perdición? Y yo contesté: Venga mi perdición antes que la du-da. Pero ellos me dijeron: ¡Cuidado con tu ojo izquierdo! Y yo respondí: No necesito el ojo izquierdosi he de seguir en esta perplejidad. Y por fin exclamaron: ¡Cúmplase tu destino! Te sucederá lo que nossucedió; mas no te quejes, que la culpa es tuya.Y después de perdido el ojo izquierdo, no podrás venir connosotros, porque ya somos diez y no hay sitio para el undécimo.Dicho esto, el anciano trajo un carnero vivo.Lo degollaron, le arrancaron la piel, y después de limpiarlacuidadosamente, me dijeron: Vamos a coserte dentro de esa piel; y te colocaremos en la azotea del pala-cio.El enorme buitre llamado Rokh, capaz de arrebatar un elefante, te levantará hasta las nubes, tomándotepor un carnero de veras, y para devorarte te llevará a la cumbre de una montaña muy alta, inaccesible a to-dos los seres humanos.Entonces con este cuchillo, de que puedes armarte, rasgarás la piel de carnero, sal-drás de ella, y el terrible Rokh, que no ataca a los hombres, desaparecerá de tu vista.Echa después a andarhasta que encuentres un palacio diez veces mayor que el nuestro y mil veces más suntuoso.Está revestidode chapas de oro, sus muros se cubren de pedrería, especialmente de perlas y esmeraldas.Entra por unapuerta abierta a todas horas, como nosotros entramos una vez, y ya verás lo que vieres.Allí nos dejamostodos el ojo izquierdo.Desde entonces soportamos el castigo merecido y expiamos nuestra culpa haciendotodas las noches lo que viste.Esa es en resumen nuestra historia, que más detallada llenaría todas las pági-nas de un gran libro cuadrado.Y ahora, ¡cúmplase tu destino!Y como persistiera en mi resolución, diéronme el cuchillo, me cosieron dentro de la piel de carnero, mecolocaron en la azotea y se marcharon.Y de pronto noté que cargaba conmigo el terrible Rokh, remontandoel vuelo, y en cuanto comprendí que, me había depositado en la cumbre de la montaña, rasgué con el cu-chillo la piel que me cubría, y salí de debajo de ella dando gritos para asustar al terrible Rokh.Y se alejóvolando pesadamente, y vi que era todo blanco, tan ancho como diez elefantes y más largo que veinte ca-mellos.Entonces eché a andar muy de prisa, pues me torturaba la ímpaciencia por llegar al palacio.Al verlo, apesar de la descripción hecha por los diez jóvenes, me quedé admirado hasta el límite de la admiración.Eramucho más suntuoso de lo que me habían dicho.La puerta, principal, toda de oro, por la cual entré, tenía alos lados noventa y nueve puertas de maderas preciosas, de áloe y de sándalo.Las puertas de la salas erande ébano con incrustaciones de oro y de diamantes.Y estas puertas conducían a los salones y a los jardines,donde se acumulaban todas las riquezas de la tierra y del mar.No bien llegué a la primera habitación me vi rodeado de cuarenta jóvenes, de una belleza tan asombrosa,que perdí la noción de mí mismo, y mis ojos no sabían a cuál dirigirse con preferencia a las demás, y meentró tal admiración, que hube de detenerme, sintiendo que me daba vueltas la cabeza.Entonces todas se levantaron al verme, y con voz armoniosa me dijeron: ¡Que nuestra casa sea la tuya!,¡oh convidado nuestro! ¡Tu sitio está sobre nuestras cabezas y en nuestros ojos! Y me ofrecieron asientoen un estrado magnífico, sentándose ellas más abajo en las alfombras, y me dijeron: ¡Oh señor, somos tusesclavas, tu cosa, y tú eres nuestro dueño y la corona de nuestras cabezas!Luego todas se pusieron a servirme: una trajo agua caliente y toallas, y me lavó los pies; otra me echó enlas manos agua perfumada, que vertía de un jarro de oro; la tercera me vistió un traje de seda con cinturónbordado de oro y plata, y la cuarta me presentó una copa llena de exquisita bebida aromada con flores.Yésta me mirada, aquélla me sonreía, la de aquí me guiñaba los ojos, la de más allá me recitaba versos, otraabría los brazos, extendiéndolos perezosamente delante de mí, y aquélla otra hacía ondular su talle.Y launa suspirada: ¡ay! , y otra: ¡huy! , y ésta me decía: `¡Ojos míos! , la de más allá: ¡Oh alma mía! , laotra: ¡Entraña de mi vida! , y la otra: ¡Oh llama de mi corazón!Después se me acercaron todas, y comenzaron a acariciarme, y me dijeron: ¡Oh convidado nuestro,cuéntanos tu historia, porque estamos sin ningún hombre hace tiempo, y nuestra dicha será ahora comple-ta! Entonces hube de tranquilizarme, y les conté una parte de mi historia, hasta que empezó a anochecer.Inmediatamente encendieron numerosas bujías, y la sala quedó iluminada como por el más espléndidosol.Luego pusieron los manteles, sirvieron los manjares más exquisitos y las bebidas más embriagadoras, yunas tañían instrumentos melodiosas, cantando con encantadora voz, otras bailaban, y yo seguía comiendo.Después de estas diversiones, me dijeron: Estáis cansado de resultas del viaje que habéis hecho, y horaes ya de que toméis algún reposo; vuestro aposento está preparado; mas, antes de retiraros, escoged entrenosotras una para que os sirva.Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.comYo, señora, mía, no sabía cuál elegir, pues todas eran igualmente deseables.A ciegas alargué los brazos,y cogí a una; ¡pero al abrir los ojos, los volví a cerrar, deslumbrado por su hermosura! Entonces aquella jo-ven me asió de la mano y me condujo al dormitorio.Las siguientes noches, ¡oh señora mía! se deslizaron de la misma manera, cada noche con una de lashermanas.Un año completo duró esta felicidad.Llegó el final del año.La mañana del último día vi a todas las jóve-nes al pie de mi cama, sueltas las cabelleras, llorando amargamente, poseídas de un gran dolor, y me dije-ran: Sabe, ¡oh luz de nuestros ojos! que hemos de abandonarte, como abandonamos a otros antes que a ti.Eres, en realidad, el más libertino y agradable de todos.Por este motivo, no podremos vivir sin ti
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