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.Fue sin duda ungran concepto pedagógico el de dar a las «ciencias de la naturaleza»un predominio marcado sobre las «ciencias de papel»; y el no habertenido, por entonces, filosofía mala, es una hermosa ventaja para quemuja buena en el porvenir, cuando ella venga a elaborarse sobre una81Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar www.elaleph.comJosé Ingenieros donde los libros son gratissólida cultura científica.Nunca hubo verdaderamente filósofos que nofueran al mismo tiempo los hombres más sabios de su siglo.Y aunquese conservara el de nombre de «ciencias del espíritu» o «ciencias de lacultura» a los estudios propiamente filosóficos, en nomenclaturasequivocas no impedirían que fuesen, de hecho, simples «cienciasnaturales» las que estudiasen las más altas funciones mentales delhombre y sus más altos resultados colectivos en la sociedad: que noson otra cosa el espíritu y la cultura.Las escuelas de medicina y ciencias fisiconaturales de Buenos Airescrecieron sin tropiezo.Los estudios jurídicos, inseguros hasta 1888,aspiraron a convertirse en ciencias sociales, usando los métodos de lasciencias de observación y experimentales.Desde esa fecha hastanuestros días, la influencia de las corrientes científicas -que algunosllaman con Imprecisión «positivismo» fue desterrando los últimosresiduos de la dialéctica y la teología escolásticas.En vano PedroGoyena (1843-1892), más elocuente que sabio, -se pronunció en unacolación de grados (1882) contra los discípulos de Comte, Darwin ySpencer; una tradición argentina se había formado ya, distinta de lacolonial que persistía en este gran orador.Una tesis reciente (1914) deAgustín Pestalardo sintetiza en tres líneas la evolución de los últimostreinta años: «El método de la filosofía positiva y la tendencia a lanacionalización de los estudios representan los rumbos fundamentalesde la enseñanza actual de nuestra Facultad de derecho.»82Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar www.elaleph.comLas direcciones filosóficas de la cultura.donde los libros son gratisCapítulo VIIPRIMERAS MANIFESTACIONES DE UNA FILOSOFÍACIENTÍFICALa Protesta de Goyena contra las ciencias y contra la europeizacióntenía su fundamento-en la nueva crisis del espíritu colonial que conFunes, Castro Barros, Frías y Estrada había resistido a la corrienteideológica de la revolución Argentina.Los años que corrieron por el1880 señalan una época de lucha contra el espíritu liberal, queprevaleció una vez más.Sarmiento, infatigable y siempre alerta, poníamás celo que nunca en defender la enseñanza contra los peligros quela amenazaban; su tono violento costea el paroxismo en los escritosreunidos bajo el título de La escuela ultra pampeana (Obrascompletas, Vol.XLVIII).Pero su buena estrella le permitía ascitis alflorecimiento de su obra cultural.El 30 de mayo de 1881, al leer suconferencia sobre Darwin en el Teatro nacional (Vol.XXII, Pág.182),pudo oír la de un joven naturalista argentino, Eduardo L.Holmberg,que compartió con él los honores de la velada conmemorativa delsabio inglés.Poco tiempo antes habla escrito su libro sobre FranciscoJavier Mufliz, el, Precursor de la paleontología argentina (Vol.XLIII); pocos meses más tarde saludaba en las columnas de El Nacional- entres ocasiones- al genio de Ameghino que comenzaba revelarse:reclamando un premio para sus colecciones Paleontológicas, loando suconferencia sobre arqueología Prehistórica y aplaudiendo su homenajea la memoria de Darwin (Vol.XLVI).Estos frutos de la nueva culturaargentina no eran aislados: Sarmiento, en el mismo diario(1878-1882), tiró salvas a la aparición de una obra de Ramos Mejía,cuyos primeros capítulos eran una profesión de fe dentro de lafilosofía científica.Por razones ya señaladas, consideramos natural que el florecimientode ideas generales, preludio de toda filosofía original, se iniciara entre83Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar www.elaleph.comJosé Ingenieros donde los libros son gratislos cultores de las disciplinas científicas más desenvueltas en nuestromedio.El naturalismo biológico produce un verdadero filósofo enAmeghino; los estudios biológico sociales se afirman con José M.Ramos Mejía; las tendencias ético pedagógicas toman forma propia enAgustín Álvarez.Recordemos a estos muertos recientes; los vivosserán recordados, en la hora oportuna, por quienes representen suposteridad inmediata.Los más importantes estudios científicos en nuestro país, desdeprincipios del siglo XIX, son los de ciencias naturales.Darwin yD'Orbigny habían recorrido y descripto nuestro territorio, siguiéndolesOwen, Blainville, Gervais, Sowerby y otros.El primer naturalistaargentino, Francisco Javier Muñiz (1795-1871).desde 1850 comenzóa estudiar los fósiles pampeanos.La incorporación de Bravais yBurmeister dio gran impulso a los institutos de ciencias naturales.,hasta que apareció un hombre de genio en nuestra ciencia.El punto inicial de los estudios de Florentino Ameghino(1854-1911) se encuentra en Lyell y en Darwin, cuyas doctrinasdesenvolvió con visión genial, aplicándolas al medio americano.Además de haber descubierto una entera fauna- fósil, hasta entonces-apenas conocida, la sudamericana, dio a sus estudios zoológicos yantropogénicos un vuelo generalizador, propiamente filosófico.SuFilogenia (1884) confirma y perfecciona las doctrinas de Lamarck,Darwin y Haeckel sobre el transformismo y la evolución de lasespecies; en particular manera son interesantes las hipótesis ydescubrimientos que le llevaron a corregir ciertos detallesantropogenéticos, sosteniendo que los ascendientes de la especiehumana deben buscarse entre los monosfósiles sudamericanos y noentre los actuales monos antropomorfos del viejo continente.Suprofesión de fe filos6fica, Mi credo, es un naturalismo, panteísta,parecido, al monismo de Haeckel, con cuyo pensamiento y obra vino acoincidir, aunque llegando por distinto camino.Ningún americano,84Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar www.elaleph.comLas direcciones filosóficas de la cultura.donde los libros son gratisantes que él, había ahondado tanto en los dominios de la ciencia;ninguno excitó más profundamente el mundo científico de su tiempo,contándose por docenas los hombres que él instigó al estudio de lasciencias naturales: discípulos muchos y no pocos contradictores.Siguiendo la ruta marcada por Argerich, Alcorta, Muñiz y Rawson,otros médicos ensancharon el campo de sus estudios ygeneralizaciones.El alienista Lucio Meléndez inició en el país laenseñanza de la patología mental, que por intermedio de la psicologíatanto ha influido sobre algunas modernas direcciones filosóficas.Eduardo Wilde (1844-1913) inició su carrera con una magnífica tesissobre El hipo (1870), a la que a numerosos escritos médicos de altasignificación científica.Samuel Gache publicó en 1879 su estudiosobre La locura en Buenos Aires.El anatomista y cirujano Andrés P.Llobet dejó un honroso antecedente en la historia de nuestrapsicofísiología, con su Estudio experimental sobre las localizacionescerebrales (1880), muy significativo para su época.La personalidadmás considerable.en este orden de estudios, fue José M.Ramos Mejía(142-1914)
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