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.George Barton empezaba a desconfiar de mí, ¡con que lo maté también!.Ahora ando a la caza del dinero de Iris.Todo eso es muy bonito y encaja muy bien.Pero ¡no tiene usted la menor prueba de que sea cierto!.Race le miró atentamente unos minutos.Luego se puso en pie con viveza.—Todo lo que ha dicho es cierto —aseguró—.Y todo es falso.Anthony le observó atentamente.—¿Qué es falso?.—Usted —Race se paseó lentamente por el cuarto—.Todo encajaba perfectamente hasta que le vi a usted.Pero ahora que lo he visto, no sirve.Usted no es un criminal.Y si no es usted un criminal, es usted uno de los nuestros.No me equivoco, ¿verdad?.Anthony le miró en silencio.Una sonrisa expansiva apareció lentamente en su rostro.—Porque la esposa del coronel y Juay O'Grady son hermanas de piel para adentro —tarareó en voz baja—.Si, es curioso cómo llega uno a conocer a los de su propio oficio.Temí que descubriese enseguida lo que era.Por entonces, era muy importante que nadie lo adivinara.Siguió siendo importante hasta ayer.Ahora, gracias a Dios, ya ha acabado.Tenemos en la red a una banda de saboteadores internacionales.Llevaba trabajando tres años en esta misión.He frecuentado ciertas reuniones, haciendo de agitador entre los obreros, para conseguir la mala fama necesaria.Por último, se decidió que diera un golpe importante y acabara en la cárcel.Era preciso que la condena fuese auténtica para que quedase demostrada mi condición de saboteador.«Cuando salí de la cárcel, las cosas se empezaron a mover.Poco a poco fui llegando al corazón de todo, una gran red internacional dirigida desde Europa central.Fue como agente de la red que vine a Londres y me alojé en el Claridge.Tenía orden de hacerme amigo de lord Dewsbury.Ese era mi papel: un diletante.Conocí a Rosemary Barton mientras desempeñaba mi papel de joven acaudalado y ocioso.De pronto, y con gran horror mío, descubrí que sabía que había estado en la cárcel en Estados Unidos con el nombre de Tony Morelli.Quedé aterrado, por ella.La gente con quien yo trabajaba la hubiera hecho matar sin vacilar, de haber sospechado que lo sabía.Hice lo posible para asustarla hasta el punto de que no se atreviera a hablar, pero no tenía grandes esperanzas de éxito.Rosemary nació para ser indiscreta.Pensé que lo mejor sería que me apartase de ella, y entonces vi a Iris bajar la escalera y me juré que, después de terminar mi misión, volvería inmediatamente para casarme con ella.«Cuando terminé la parte activa de mi labor, reaparecí y me puse en contacto con Iris; pero me mantuve alejado de la casa y de su familia porque comprendí que querían saber algo más de mí y necesitaba mantener el incógnito un poco más de tiempo.Pero el aspecto de Iris me preocupó.Parecía enferma y asustada, y George Barton estaba obrando de una forma muy extraña.La insté a que se fuera de casa y se casara conmigo.Ella se negó.Tal vez hizo bien.Y a continuación me invitaron a la fiesta.Nos sentábamos a la mesa cuando George Barton anunció que usted iba a asistir.Me apresuré a decir que me había encontrado con un hombre a quien conocía y que posiblemente tendría que marcharme temprano.En realidad, sí que había visto a un hombre a quien conocí en Estados Unidos, un tal Monkey Coleman, aunque él no me reconoció a mí.A quien quería esquivar no era a él, sin embargo, sino a usted.Aún no había terminado mi trabajo.» Y ya sabe lo que ocurrió a continuación.George murió.Yo no tuve nada que ver con su muerte ni con la de Rosemary.Sigo sin saber quién los mató.—¿No tiene una idea siquiera?.—Tiene que haber sido el camarero o una de esas cinco personas sentadas a la mesa.Yo no creo que fuera el camarero.No fui yo.Y no fue Iris.Pudo haber sido Sandra Farraday y pudo haber sido Stephen.O pudieron haber sido los dos juntos.Pero la persona más probable en mi opinión es Ruth Lessing.—¿Tiene usted alguna razón para creerlo?.—No.Ella parece ser la más probable.¡pero no comprendo cómo pudo haberlo hecho!.En ambas tragedias estaba colocada de tal manera en la mesa, que le hubiera resultado poco menos que imposible tocar las copas.Y, cuanto más pienso sobre lo sucedido aquella noche, más imposible me parece que George fuera envenenado siquiera.Y, sin embargo, lo fue.—Hizo una pausa—.Otra cosa me extraña: ¿Ha descubierto usted quién escribió los anónimos que pusieron a George sobre la pista?.Race meneó la cabeza.—No.Creí haberlo descubierto pero me equivoqué.—Porque lo interesante es que significa que hay alguien en alguna parte que sabe que Rosemary murió asesinada.De suerte que, sino anda usted con cuidado, ¡esa persona será la siguiente en morir!.Capítulo XIAnthony sabía, porque se lo habían avisado por teléfono, que Lucilla Drake iba a salir a las cinco a tomar el té con una antigua amiga.En previsión de cualquier contingencia —la posibilidad de que se olvidara el portamonedas y tuviese que volver por él, que se decidiera a última hora a regresar por el paraguas, o por si acaso se quedara a charlar un rato a la puerta de su casa—, Anthony calculó su llegada a Elvaston Square para las cinco y veinticinco.Era a Iris a quien quería ver, no a su tía
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