[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.7Y, dondequiera que est�n y se encuentren los hermanos, mu�strense familiaresmutuamente entre s�.8Y confiadamente manifieste el uno al otro su necesidad, porque, sila madre cuida y ama a su hijo (cf.1 Tes 2,7) carnal, �cu�nto m�s amorosamente debecada uno amar y cuidar a su hermano espiritual? 9Y, si alguno de ellos cayera enenfermedad, los otros hermanos le deben servir, como querr�an ellos ser servidos (cf.Mt7,12).55 ESCRITOS COMPLETOS DE SAN FRANCISCO DE AS�SCap�tulo VIIDe la penitencia que se ha de imponer a los hermanos que pecan.1Si algunos de los hermanos, por instigación del enemigo, pecaran mortalmente,para aquellos pecados acerca de los cuales estuviera ordenado entre los hermanos que serecurra a solos los ministros provinciales, est�n obligados dichos hermanos a recurrir aellos cuanto antes puedan, sin tardanza.2Y los ministros mismos, si son presb�teros,con misericordia impónganles penitencia; y si no son presb�teros, hagan que se lesimponga por otros sacerdotes de la orden, como mejor les parezca que conviene seg�nDios.3Y deben guardarse de airarse y conturbarse por el pecado de alguno, porque la iray la conturbación impiden en s� mismos y en los otros la caridad.Cap�tulo VIIIDe la elección del ministro general de esta fraternidad y del cap�tulo dePentecost�s.1Todos los hermanos est�n obligados a tener siempre por ministro general ysiervo de toda la fraternidad a uno de los hermanos de esta religión, y est�n firmementeobligados a obedecerle.2En falleciendo el cual, h�gase la elección del sucesor por losministros provinciales y custodios en el cap�tulo de Pentecost�s, al que los ministrosprovinciales est�n siempre obligados a concurrir juntamente, dondequiera que fueseestablecido por el ministro general; 3y esto una vez cada tres a�os o en otro plazomayor o menor, seg�n fuere ordenado por dicho ministro.4Y si en alg�n tiempoapareciera a la generalidad de los ministros provinciales y custodios que el dichoministro no es suficiente para el servicio y utilidad com�n de los hermanos, est�nobligados los dichos hermanos, a quienes est� confiada la elección, a elegirse en elnombre del Se�or otro para custodio.5Y despu�s del cap�tulo de Pentecost�s, que losministros y custodios puedan, cada uno, si quisieran y les pareciera que conviene,convocar a sus hermanos a cap�tulo una vez ese mismo a�o en sus custodias.Cap�tulo IXDe los predicadores.1Los hermanos no prediquen en la diócesis de un obispo, cuando �ste se lo hayadenegado.2Y ninguno de los hermanos se atreva en absoluto a predicar al pueblo, a no56 ESCRITOS COMPLETOS DE SAN FRANCISCO DE AS�Sser que haya sido examinado y aprobado por el ministro general de esta fraternidad, ypor �l le haya sido concedido el oficio de la predicación.3Amonesto tambi�n y exhorto alos mismos hermanos a que, en la predicación que hacen, su lenguaje sea ponderado ysincero (cf.Sal 11,7; 17,31), para provecho y edificación del pueblo, 4anunci�ndoles losvicios y las virtudes, la pena y la gloria con brevedad de sermón; porque palabraabreviada hizo el Se�or sobre la tierra (cf.Rom 9,28).Cap�tulo XDe la amonestación y corrección de los hermanos.1Los hermanos que son ministros y siervos de los otros hermanos, visiten yamonesten a sus hermanos, y corr�janlos humilde y caritativamente, no mand�ndolesnada que sea contrario a su alma y a nuestra Regla.2Mas los hermanos que son s�bditosrecuerden que, por Dios, negaron sus propias voluntades.3Por lo que firmemente lesmando que obedezcan a sus ministros en todo lo que al Se�or prometieron guardar y noes contrario al alma y a nuestra Regla.4Y dondequiera haya hermanos que sepan yconozcan que no pueden guardar espiritualmente la Regla, a sus ministros puedan ydeban recurrir.5Y los ministros rec�banlos caritativa y benignamente, y tengan tantafamiliaridad para con ellos, que los hermanos puedan hablar y obrar con ellos como losse�ores con sus siervos; 6pues as� debe ser, que los ministros sean siervos de todos loshermanos.7Amonesto de veras y exhorto en el Se�or Jesucristo que se guarden loshermanos de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia (cf.Lc 12,15), cuidado ysolicitud de este siglo (cf.Mt 13,22), detracción y murmuración, y los que no sabenletras, no se cuiden de aprenderlas; 8sino que atiendan a que sobre todas las cosas debendesear tener el Esp�ritu del Se�or y su santa operación, 9orar siempre a �l con purocorazón y tener humildad, paciencia en la persecución y en la enfermedad, 10y amar aesos que nos persiguen, nos reprenden y nos acusan, porque dice el Se�or: Amad avuestros enemigos y orad por los que os persiguen y os calumnian (cf.Mt 5,44).11Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es elreino de los cielos (Mt 5,10).12Mas el que persevere hasta el fin, �ste ser� salvo (Mt10,22).Cap�tulo XIQue los hermanos no entren en los monasterios de monjas [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • ciaglawalka.htw.pl